martes, 29 de septiembre de 2009

Cartas desde Jaca




El final de septiembre en las tierras jacetanas es irresistible bien para cualquier peregrino montañero que quiera admirar cómo lucen las primeras luces del otoño en las laderas de las impresionantes montañas bien para cualquier solitario que busque algo de tranquilidad en una ciudad que sin turismo se convierte en el entrañable y antiguo pueblo que siempre será. Desde estos parajes escribo para contar que he vivido unos días maravillosos, simplemente, disfrutando de la naturaleza y los primeros tonos rojizos pintando los bosques forndosos del pirineo. Es una sensación impagable levantarse por la mañana y ver cómo el árbol que ayer era verde hoy tiene un pequeño rumor del amarillo que mañana le seguirá. Así he podido visitar la pintoresca tierra de Canfranc, volví a Santa Cruz de la Serós, subí hasta la estación invernal de Astún para comprobar cómo se preparan para la temporada que vendrá y me perdí por las montañas que rodean al Camino de Santiago en su frontera con Francia. En los primeros días tuve la oportunidad de cruzar la frontera y descubrir los preciosos pueblecitos franceses que, a pesar de su cercanía, ya no tiene nada que ver con el pirineo aragonés. Visité Urdos, la aldea medieval de Borce, Etsaut y subí al altísimo pueblo de Lescun. Allí se puede admirar una pequeña iglesia que pertenece al Camino de Santiago y que es el ejemplo perfecto de que el románico perteneciente a los pueblos del pirineo aragonés no causó ninguna huella más allá de nuestras fronteras. Es admirable el románico que tuvo lugar en La Catedral de Jaca, la Iglesia de Santa Cruz de la Serós, la de San Adrián de Sesabe y en los demás pueblos del pirineo aragonés que contienen alguna Iglesia de éste arte de influencia Lombarda. Lo realmente increíble es que sólo sucedió en ésta región de la jacetania y no trapasó las fronteras. Así que en éste marco incomparable y con ayuda del paisaje otoñal consumo mis días libres en un ambiente propicio para lo que andaba buscando. Lógicamente no he dejado de escribir:

Camino de Santiago en otoño


“Amarillo y rojo matan al verde
como tu ausencia acaba conmigo mismo
Me seca y me arrastra al oscuro abismo
y mi alma en camino santo se pierde

Altos riscos me envuelven de oscuridad
resuena el eco de mi pesimismo
en las sombras de un cierto deformismo
que transforman mi mal y mi realidad

Es otoño, camino largo sin ti
y dejarte ir es digno de mi amor
Te amo hasta en esta soledad sin fin

Soy el peregrino que huye del dolor
sin éxito por no encontrar su confín
soy este río que lleva tu rumor.”


"Lescun"

"La luz tamizada por la vidriera
de una oscura iglesia románica
es tu huella, materia inorgánica
que es en mi mente una enredadera

Es la nube negra que desespera
por quebrar a mi luna agónica
por nublar la cumbre volcánica
del deseo encerrado que aquí te espera

Llévate las nubes de mi tormento
cargadas de lágrimas de recuerdo
que amenazan en las cumbres del lamento

Que entre el sol a iluminar nuestro acuerdo
quicio que separa el bien del mal viento
que te haga ver que aún estoy cuerdo."


En las imágenes podemos ver la iglesia románica de Santa Cruz de la Serós y panorámicas de Borce y Lescun.

sábado, 26 de septiembre de 2009

Banda sonora para nuestra estación

"Al atardecer de uno de los últimos días cálidos de septiembre que mejor recuerdan al moribundo verano escuché un saxo lejano interpretado por un bohemio vecino que desgranaba las principales notas del sol de medianoche, "Midnight sun". A la vez que ésto sucedía, te das cuenta de que las primeras hojas en dorarse son las que mejor te esbozan el retrato del recuerdo de ese amor más imposible, si cabe, que el profesado por Eben Adams a Jennifer Appleton en "Portrait of Jennie". Al llegar a casa escuché "Blue moon", más "blue" que nunca, por la incomparable voz de Ella Fitzgerald mientras repasaba las cenizas que quedan por contar del cigarrillo que no me llegué a fumar. Sí, estamos en otoño y... ya sabéis qué significa. La única forma de disimular que estás muerto (o de que todo ha muerto) es ir a trabajar cada mañana para suspirar más tarde en la cama. La única forma de tocar una trompeta es la de Chet Baker y la única forma de interpretar una canción es la de Sinatra. Lo demás, no importa. Así que como prometí hace algún tiempo, aunque tenga otros dos blogs de música en blogspot, la música de la luna nunca se quedará sin su música... que éste sueño eterno no dura ni un año si permanece callado. Sin más preámbulos, ésta es la banda sonora para mi otoño, que puede ser el de cualquiera y que cualquier lector podrá adoptar como suyo. Nada más, muchas gracias a todos los lectores que dejan sus comentarios día a día y que hacen que éste blog siga su curso normal cada vez más orgulloso."

"Autumn leaves" (Frank Sinatra. 1957)


"Autumn leaves" (traducción de la letra de Johnny Mercer en inglés)

"Las hojas de otoño se arrastran por la ventana
las hojas de otoño, de rojo y oro
Veo tus labios, los besos del verano
las manos bañadas por el sol que solía acariciar

Desde que te fuiste los días se alargaron
y pronto escucharé la vieja canción del invierno
Pero yo te echo de menos a ti más que a nada, cariño
cuando las hojas de otoño comienzan a caer."


"Les feuilles mortes" (Yves Montand. 1951). La canción data de 1945, compuesta por Jacques Prévert y Joseph Kosma:


Por último, "Early autmun" de Woody Herman con Stan Getz al saxo. 1948:



Espero que les haya gustado la música que propongo para otoño. Toda del siglo XXI, por supuesto...jajaja (rabiosa actualidad)

lunes, 21 de septiembre de 2009

Es otoño y no lo he visto llegar


"Hoja que cae
y no te llega a rozar
es mi beso
que no te llega a besar
es el viento
que viene a susurrar
una lluvia
que no te llega a calar

Es otoño
y no lo he visto llegar

Es mi amor
que no llega a conquistar
Es mi ardor
que no te llega a quemar
Un dolor
que no te va a matar
Desamor
que te va a desesperar

Es otoño
y no lo he visto llegar

Es mi mar
que no te llegó a mojar
El mirar
en que no te vas a bañar
Es mi amar
mar para tu buen navegar
Guiomar
de Machado, un buen yantar

Es otoño
y no lo he visto llegar

Es pasado
que yo no he visto pasar
Memoria
que nunca podré olvidar
Tu huella
que nunca querré borrar
Tu ausencia
nadie la puede calmar

Es otoño
y no lo he visto llegar

Esta ola
no te llega a acariciar
Este adiós
no te llega a importar
Los versos
no te hecen siquiera llorar
al decir que
antes de mi vida acabar
juraré
que sólo a ti te pude amar

Es otoño...
...nunca lo vi llegar
Es otoño...
¿quién si no te iba a robar?"


* Me he permitido le licencia de escribir "yantar" aunque sea ya palabra en desuso. Ésta es mi bienvenida al otoño, que siempre trae la despedida de alguna otra cosa...¿verdad?. Espero que les guste.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Un regalo con mucha Alma

Hace ya algún tiempo que disfruto y me recreo en los acariciantes versos, en los relatos, en las palabras que llegan a lo más hondo y en esos adjetivos impensables magistralmente añadidos como sólo ella sabe hacerlo de una bloggera amante del cine, poeta y escritora que se hace llamar Alma. Se hace llamar así por Alma Reville, esposa de Alfred Hitchcock,escritor, guionista y dobladora de voces; una seña más que nos puede hacer descubrir su gusto por el buen cine. No obstante yo atribuyo su seudónimo a otro ámbito. Al leer sus poemas, sus versos, Alma puede llegar a entrar en tu "alma" y, sin darte cuenta, la acaricia con sus palabras. Además Alma también es una excelente lectora de poesía. Tanto es así que en su blog podemos disfrutar de sus poemas al leerlos y al escucharlos en su voz. Cuál sería así mi sorpresa el otro día cuando Alma me hizo el gran honor de leer con su voz uno de mis últimos poemas titulado "Caprichos becquerianos para tus pupilas" y me lo envió a modo de regalo. Un regalo insuperable, te lo aseguro, Alma. Es un honor para mí escuchar mis versos en tu voz. Desde aquí te doy los agradecimientos más grandes que se puedan dar. Para leer a Alma visitad su blog: http://elnegrodemacguffin.blogspot.com/. A continuación pueden escuchar la voz de Alma leyendo "Caprichos becquerianos para tus pupilas". Me vuelvo a repetir...un enorme honor para mi, Alma:



Por cierto, el nombre verdadero de Alma es Pepa Mas Gisbert

martes, 15 de septiembre de 2009

"Bajo una estrella errante"


Aviso: Texto altamente romántico, quizá deban abstenerse los diabéticos.

Antes de que se aborde este ensayo de soneto o esta historia poetizada he de aclarar al lector que la mirada a la que dedico estos versos es semejante a un cielo estrellado. Es una mirada estrellada, cuando se encuentra emocionada, mirada enamorada en una época que a veces considero pasada. En el texto me refiero a "estrellada" para hablar de su mirada. Este soneto habla de una noche en que caminaba bajo el cielo estrellado y respetado por las tímidas luces de la ciudad. Estaba sólo pero en un instante dejé de estarlo ya que una de las estrellas murió ante mis propios ojos y súbitamente recordé esa eterna mirada que siempre estará en mi corazón. Entonces, creí estar a su lado. Llamé a éste texto "Bajo una estrella errante". ¿Recuerdan a Lee Marvin interpretando ésta canción en la película "Paint your wagon"?. Si la quieren recordar disfrútenla en http://paraquetuloentiendas.blogspot.com/



“¿Viste alguna vez un diamante errante?
Yo lo vi del cielo desaparecer
una noche en que fue difícil creer
bajo estrella muriente en mi amante

Brilló de mil colores arrogante
lloró en azul, y en rojo dejó de ser
destellos para no dejar de querer
ni de sentir, en el último instante

Una gran luz y después… nada
Desamor, inmenso vacío oscuro
Todo se extinguió ante mi mirada

Bajo esa estrella presa de un conjuro
Recordé tu “estrellada” enamorada
Que contigo aprendí el amor más puro”.

domingo, 13 de septiembre de 2009

"La jungla de asfalto" (John Huston. 1950)



Anoche el ambiente de fin de semana ya contaminaba la atmósfera de la ciudad cuando a mí me tocaba salir de trabajar. La ciudad ruge y arde como la lava de un volcán que no puede explotar bajo el asfalto. Allá los chavales con su adolescencia a flor de piel gritando y gamberreando para lo que llaman ellos "divertirse". Más aquí, una pequeña gresca de cuarentones bebidos a la salida de un bar y por mi lado la luz azul giratoria y fugaz de un coche de policía camuflado salpica mis pupilas creando destellos en las fachadas de los edificios que desaparecen en un segundo, dejando el aullido de una ahogada sirena cuyo canto atrae a todos los curiosos. El coche oscuro desaparece al final de la avenida como un masoquista adicto al peligro que marcha a su encuentro. Este no es mi fin de semana, hace mucho que no tengo un fin de semana como a mí me gustaría. Mientras todo esto ocurre en la ciudad, yo observo la luna. La luna es grande pero triste. Es un espejo que me refleja cierta ausencia donde ayer se dibujaban un par de pupilas enamoradas y brillantes. Hoy hay luz de luna en la piel que ayer obtenía sus suaves caricias pero persiten sus huellas. Esas, son imborrables. Así que empiezo a soñar con mi fin de semana alternativo que nunca puedo llevar a cabo. Después...¿qué me queda?. Un plan sencillo: me siento a ver una película de blanco y negro que es mi "bálsamo de fierabrás" (un saludo Carlos) y, al recordar lo que han visto mis ojos antes de llegar a casa, aparece en mi mente el título quequiero ver: "La jungla de asfalto", de John Huston. Una gran película policíaca que narra de forma magistral las consecuencias de unas vidas movidas por la codicia, enseñando el mejor ejemplo de la frase "la avaricia rompe el saco". Sterlin Hayden, siempre igual de duro, protagoniza a un pistolero que toma parte en un grandioso atraco a una gran joyería. Este pistolero, asesino sin escrúpulos, acaba siendo el preferido del espectador. Sam Jaffe representa al cerebro de la banda y planificador del gran atraco y, finalmente, es atrapado por la policía por confiarse y perder el tiempo en un bar con una chica. Otro rasgo de avaricia. Louis Calhem es Alonzo Emmerich, un poderoso abogado que se convierte en el capitalista del plan. Aquí se nos presenta al hombre más rico de todos, el más poderoso y, a la vez, el más repleto de debilidades propias del ser humano. Es un hombre que se enfrenta al final de su vida manteniendo un affair con una señorita que bien pudiera ser su hija (uno de los primeros papeles de Marilyn Monroe) mientras su esposa está en cama, siempre enferma. Así, John Huston nos deja ver cómo el hombre más poderoso es, a su vez, el peor de todos. Por otro lado, el pistolero protagonizado por Hayden es un pobretón que casi no tiene donde caerse muerto y, a pesar de su trabajo, es el que mantiene el propósito más loable: el de regresar al hogar. Otra obra maestra del cine negro como escenario para una de las primeras apariciones de Marilyn Monroe. En la primera imágen tenemos, en primer término, a Sterling Hayden. En medio está Sam Jeffe y, por último, Louis Calhem. En la segunda imágen Marilyn Monroe y Louis Calhem

jueves, 10 de septiembre de 2009

"Caprichos becquerianos para tus pupilas"

Llego y escribo desde "El Real", un conocido Café de Zaragoza que hace esquina entre la Calle Alfonso y la Plaza del Pilar. Estoy aquí para hablaros un poquito más de Bécquer, ese gran olvidado. En la conocida leyenda de "Maese Pérez el organista" Gustavo Adolfo Bécquer utiliza unos términos "becquerianos" que sólo él tenía licencia para utilizar aunque gramáticamente no fueran correctos. En primer lugar Bécquer utiliza "dintel" para referirse al umbral de una puerta. En segundo lugar utiliza "intérvalos" con tilde en la "e" cuando lo correcto es sin tilde. Lógicamente a Bécquer se le permite todo. Aquí he intentado componer un soneto dedicado, una vez más, a esas pupilas en las que me quedé a vivir hace ya mucho tiempo... con o sin permiso de la casera. Utilizo estos términos "becquerianos" de los que he hablado:


“Al dintel de tu mirada tan clara
que es mi umbral de los sueños deseados
permanecí asomado a mis pecados
pero tú me abriste el cielo con tu cara

Tus largas pestañas de belleza rara
son intérvalos de ojos enamorados
parpadeo de los besos soñados
que Bécquer con su pluma nos ampara

Tu voz es el alma del organista
Tu belleza un claro de luna llena
Yo, en tus pupilas, un mal trapecista

Me asomo al abismo que me serena
y me encuentro a mi imagen en tu vista
Me arrojo a tu precipicio sin pena
Aquí ya no hay nadie que se resista
en tu profundidad, mi vida plena.”

sábado, 5 de septiembre de 2009

"Los misterios" . Relato


Algunas veces cuando voy a trabajar me detengo en un elegante y oscuro café decorado a la manera antigua. En cada una de sus mesas tiene una vela que impregna todo el local de una luz mística adorable. Luz ideal para parejas de enamorados que buscan devorarse a bocados en un rincón oscuro, luz letal para el solitario que añora a su amada con el corazón en un puño. En la barra de ese bar me detengo a pensar al aroma de un café, a recrearme en el desamor y la pena que me invade con dolor y a reparar, en fin, en las cosas misteriosas que tiene la vida. Cuando hablo de algo misterioso me refiero a algo inexplicable, mágico. Me refiero a una mujer bebiendo un trago de Coca-cola y, un instante después, las burbujas se alojan en su mirada. Me refiero a la luz de la pupila enamorada, a la sensación de miedo cuando todavía no ha pasado nada, a los asuntos de la metafísica y al mundo del alma, a la pasión olvidada.

Bien podría hablar del misterio que encierra el fuego de la llama temblorosa de una vela que se recrea en una dulce danza atrayente y sinuosa, que consume todo lo que sobre ella se posa, que dibuja mirada enamorada en unas pupilas que realmente no sienten nada. La luz de una vela es así de engañosa y misteriosa, deja a cualquier persona embobada. Es luz tamizada que a su vez tamiza la estancia y lo entristece todo para el bebedor solitario de la barra de un bar. Pero no voy a hablar del fuego ni de las velas, ni del humo que dejan su recuerdo. Voy a hablar de otro fuego, más fátuo, y de otro humo, ese que no se ve y se encierra en el corazón.

Para hablar de cosas inexplicables y misteriosas hablaré una vez más de mi amiga la luna. La luna, ya estando llena ya siendo un fino hilo de luz muriente, encierra un gran misterio para mi que hoy quiero revelaros. Voy a intentar explicarlo de la forma más sencilla posible para que comprendáis que mi cuento no es fruto de mi imaginación enamorada ni de la ilusión óptica que crea a medias mi cerebro compinchado con mi corazón. Lo que voy a contar lo he vivido y es real y puedo decir que, al menos, una vez encontré el amor verdadero y leal. Encontré el amor una noche caminando con mi amada a orillas del Ebro. Recuerdo que el día había estado nublado y que esa noche no esperaba ver más estrellas que las de sus ojos. La noche no era fría pero sí sus manos que entre las mías parecían dos pequeñas palomas de nieve que el sol no había conseguido derretir. Recuerdo que caminábamos por la acera que discurre enfrente de las orillas del río, camuflados entre la semioscuridad de los arcos de un porche y que yo tomé su pequeño cuerpo entre mis brazos y lo apoyé suavemente contra una columna. Miré en sus ojos, en sus labios rojos, incomparables y la besé con esa inseguridad con la que siempre la he besado. Ella respondió con esa dulzura que siempre hace de nuestros besos los mejores que he probado. Porque si nuestros besos eran incomparables siempre fue por ella y nunca por mi arte, siempre fue por amarte y nunca dejar de mirarte. En ese instante en que nuestras bocas se unieron y nuestros cuerpos se fundieron, en ese momento en que enredé mis dedos en la noche de su cabello, apareció de repente la gran luna llena resplandeciente, incomparable, temblando sobre las aguas del Ebro como yo en sus brazos. A partir de ese día, aunque no estuviera prevista, nuestros besos y nuestros momentos de mayor pasión fueron bañados por la luz de la luna. Algunos dirán que es casualidad y otros dirán que estoy loco por tener tanto asombro por un hecho aparentemente tan normal. Piensen lo que quieran, pues están en posesión de esa ventaja crítica de todo el que lee lo que no ha vivido. Pero quizás cambien de opinión cuando les hable de esta última noche. Esta noche ha venido precedida por un día en el que yo, en silencio, la he echado muchísimo de menos. Dicen que el llanto silencioso es el que más duele. A mi el llanto que más me duele es el de ella, pero hoy he sentido que me faltaba el aire y que la fría mano de la muerte estrangulaba mi corazón haciéndolo desaparecer por mi boca en un aliento fatal, en una bocanada que dejaba escapar toda mi vida. No sé aún cómo pero, a tientas por la oscuridad de mi soledad, llegué hasta la despiadada noche cruel. Esta noche ella descansa entre los brazos de ese hombre que le da todo lo que yo nunca tendré, esta noche no tenia que haber luna en el cielo, pero por casualidad elevé la vista y la encontré. Vi la luna, la vi desdibujada, difuminada como una gran mancha que amarillea de pena. La vi devorada por miles de lobos carroñeros disfrazados de nubes negras que la atravesaban, traspasaban, aniquilaban de lado a lado. Un ejército entero de muerte quebraba la luna y la aguijoneaba asesinándola en mitad del cielo. La luna moribunda lloró una estrella y dejó un reguero de sangre amarillenta mientras se iba borrando del firmamento como mis besos en su piel. Al punto en que las nubes negras reinaban el cielo y ya no hubo rastro del astro que siempre iluminó nuestro amor, un espíritu maligno me visitó y devoró mi corazón dejando intacto el resto. A partir de entonces nunca volví a ver la luna.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Nuestros ojos en tus ojos de luna



Una de las rimas más afamadas de Bécquer se titula "Los ojos verdes". Es un cuento en el que los ojos de éste color resultan ser diabólicos y te empujan hacia la muerte engañándote con un amor irreal. Una mujer me dijo una vez, sin haberlo leído, que era "mi relato". Después de leerlo, espero que no piense lo mismo. Yo, no obstante, prefiero hablar de mis ojos reflejados en los suyos. Pasas la vida buscando una mirada donde descansar y en la que residir eternamente y al encontrarla quedas cegado por su luz. Entonces lo que se debe hacer es empezar a ver a través de ella.

"Nuestros ojos"


"La luna rielaba en el firmamento
buscando tus ojos para poder brillar
igual que yo los quiero para poderte amar
para alejar cualquier recuerdo de lamento.

Tú buscabas la paz a través del viento,
en mis ojos, para poder reflejar
todo lo que no te has atrevido a soñar.
Buscabas hacer realidad lo que siento.

Y, al fin, tú y yo nos clavamos la mirada
quedándonos en un amor eterno
sin abandonarnos en la encrucijada

Nunca conocí un amor tan tierno
y nunca te dejaré abandonada
Yo te acompañaría hasta el infierno

Pero prefiero tu cielo al averno
uniéndonos en la canción quebrada
sin dejarte expirar en tu invierno."

Versos desde el exhilio. Catedral de Jaca


Una vez más visité Jaca en Domingo, y es maravillosa la paz que se respira prescisamente en ese día. Un poquito antes de su cierre, al mediodía, visité la Catedral románica incomparable, única, que sigue solemne resistiendo el paso del tiempo; ruda, dura y fría como sus muros que hierven de historia antigua.

"Solemne Catedral de Jaca"

"Catedral de Jaca, oscura y fría
Muros antiguos, joya románica
bien vales mi mañana sabática,
que tu luz del pasado me sonría.

Es colosal la obra para María.
Me impresionas con tu alma hierática
tu hermosura, tu belleza estática
y ese claustro que nuestra fe abría.

Llego a ti y recuerdo antepasados
Tu solemne figura me hace rezar
y enmendar a mis antiguos pecados

Ten seguro, te volveré a visitar
si consigo olvidar a mis pasados
y si yo, alguna vez, tengo a quien amar."